viernes, 17 de agosto de 2007

...:::ANA DAHIK:::...



Ana Dahik no pasa de los 27 años, una edad cronológica bastante joven, una vida permeada de dolor y felicidad, superada por, Psicoanalistas y Psiquiatras. Haber sobrevivido a ese accidente fue una prueba de amor… si, de amor verdadero.

Publicista galardonada por 3 años consecutivos a los premios de mejor publicidad con sentido social por el bien de la patria Colombiana, llena de retos cumplidos, rodeada siempre de su núcleo social, amigos, un par de novios poco relevantes, le fue infiel al primero, altruista, soñadora, nadadora con dos medallas de oro en competencias de combinado, espalda y libre en los nacionales de la liga de Natación del Valle. Su vida hasta aquí no tiene mayor trascendencia sin desmeritar su espíritu inquieto y emprendedor, después de su etapa de logros laborales, su vida se divide en dos hasta hoy.

Eran las 6:45 a.m. del 9 de Julio del 2004, vísperas de unas merecidas vacaciones para Cuba, estuvieron ansiosos temprano, su hermana menor y sus papás a las 5:00 a.m en el aeropuerto para entrar a sala de espera a las 6:45 a.m –Ultima llamada para abordar el vuelo Av 8876 C con destino a Cuba- Sólo se sentía un olor a tranquilidad y emoción, ¿A quién no le gusta viajar y más si es con la familia? Las conversaciones en la sala de espera de Avianca eran sólo planes de lo que pensaban hacer apenas llegaran, cambiar los pesos Colombianos por pesos Cubanos, broncearse poco los primeros días en Baracoa, hacer algo de deportes náuticos, pero sólo Ana y su hermana Antonia, (papá estaba algo adolorido en sus brazos por una leve lesión en el trabajo), pasar unos días por la ciudad de la Habana, y hospedarse en Guanajay, San José de las lajas y Guira de Melena.

La familia Dahik ya estaba en las sillas asignadas, Madre y padre en el lado derecho del avión, al lado estaban Ana y Antonia, en los pasillos, las azafatas con las recomendaciones de rutina. En ese preciso instante se siente turbulencia, los pasajeros hacen caso omiso pensando que es producto del despegue, segundos después de haber terminado las recomendaciones para un vuelo seguro, el avión en pleno despegue, detona como una bomba explosiva, se parte en dos literalmente, los pasajeros no logran sacar sus cinturones, Ana comienza a gritar porque se los está consumiendo el fuego creciente e inmanejable que resulta del combustible, cuando aun no cae el avión a tierra, ya ha pasado un minuto eterno, El papá logra con las fuerzas de su alma, (sus brazos estaban débiles), sacar su cinturón como puede entre el fuego, la gente y el caos, arranca el asiento con dificultad del suelo del avión donde está su esposa, le favorece que a éste se lo está consumiendo el fuego y la logra tirar al vació, mientras él se sigue quemando, la ropa es muy difícil que lograra sacársela porque se estaba adhiriendo a su piel; Sus hijas siguen gritando, Ana suplica a Dios por su papá, los gritos de los pasajeros suplican lo mismo, se aferran a la vida.

El papá alcanza a llegar hasta donde están sus hijas, Ana pide que ella se tira con él al tiempo, Antonia trata de zafarse, no puede físicamente ayudar a su hermana porque la piel de sus manos está demasiado débil para hacer fuerza y quitar el cinturón, el avión ya está en tierra, chocan entre todos, entre asientos, se mimetizan en el fuego que crece más cada vez. Llega la cruz roja y también aumenta la angustia, el papá ya sin fuerzas, no se explica como consigue lanzar a la pista a sus hijas, Ana se presiona como si fuera parte de él, no quería dejarlo, sólo le decía, ANA TU MAMÁ TE NECESITA, DEJAME!, fue la última en caer, al caer, estaban todos los cuerpos de la gente que había saltado de las ventanas y de la parte del avión que había detonado, estaban derretidos contra el piso.

Pasaron otros largos minutos, en medio de sirenas de las ambulancias, los restos del avión, el caos, la ansiedad de vida y la sed de la piel, Ana, Antonia y Su mamá veían desde abajo como Alberto batallaba con la vida, con el fuego, era ya casi imposible que lograra saltar, no tenía ni fuerzas, ni piel, estaba atorado en medio de los asientos, los restos del avión, y el abundante flujo de las llamas.

Ana duró tres meses y 7 días en cuidaos intensivos, durante ese tiempo, le hicieron trasplantes de piel en espalda, brazos y rostro, su hermana y su madre se quedaron en la clínica no más de tres semanas, no pudieron asistir a las exequias de los restos de su padre.

La estadía en la clínica, a Ana la volvió adicta al tiempo, cada segundo de vida para ella era lo más valioso, después de la recuperación física, estuvo en tratamiento psiquiátrico con dos grandes doctores en Gnosis. Después de 2 años estuvo en terapia con Pablo Mantilla, Psicólogo de la Universidad Católica de Córdoba - Argentina, Postgrado en Psiconoalista con orientación clínica en adultos de la Universidad Nacional de la Matanza de Buenos Aries. Sus noches de agonía fueron más de 790, aunque la droga le ayudaba un poco, siempre creía que ese día iba a ser el último de su vida, soñaba con fuego, sentía caliente siempre su cuerpo, las sabanas de su cama.

Su adicción al tiempo se convirtió en una enfermedad, creía que algo sucedería siempre en una hora en punto, no horas y media o horas con minutos, no, era a las en punto de las 24, prevenía todo desastre natural, todo evento que pudiera ocurrir, siempre en cada puerta de su casa, la agencia, había una maleta con primeros auxilios, hacía campañas en la agencia fanáticamente, todos los días a las 6:45 a.m. hacía simulacros en caso de accidentes, con cronometro en mano, obsesiva interrumpía lo que estuviera haciendo, desayunando, en el baño, tenía que hacerlo porque de lo contrario moriría.

También desde la primera noche del accidente, ella le ocurre algo extraño... No puede soñar, no puede tener sueños cortos o memorables, su mente está en blanco.

Así paso hasta hace dos meses, que logro una estabilidad emocional, está enamorada pero paranoica, pensando y creyendo fielmente que ese día, es el día de su muerte. La mantiene viva la unión con su familia, su mamá y Antonia, la droga que ya es de por vida. Ahora sólo espera saber que ese día de su muerte va a verse con su padre, ese hombre que la salvo por amor.

1 comentario:

kdahik dijo...

Hola, mi nombre es karen dahik soy de Ecuador - babahoyo y me gustaria conocer mas de usted y su familia